Astenia otoñal: cuando los días se acortan

25/10/2018

Ya estás instalado en la rutina y las obligaciones, todavía falta mucho para volver a tener vacaciones y los días son cada vez más y más cortos. Sales aún de noche de casa y, cuando regresas, ya se ha puesto el sol. ¿Sientes que el cansancio y la apatía se apoderan de ti? Se trata de un mal común: la astenia otoñal.

En algunos casos, además, los síntomas pueden ser muy acusados. A algunas personas el otoño les complica la vida diaria si, por ejemplo, afecta a su rendimiento académico, en el trabajo, o a la vida familiar. En estos casos podemos hablar de un síndrome clínico llamado “trastorno afectivo estacional”.

¿Por qué el otoño me sienta mal?

Esta es la pregunta que se hacen muchas personas que, año tras año, ven cómo la llegada del otoño afecta a sus emociones. La realidad es que se debe a mecanismos de nuestro cerebro que se regulan mediante la luz y, por tanto, cuando las horas de luz del día se reducen, nuestro comportamiento cambia.

La serotonina es un neurotransmisor en nuestro cerebro conocido como “la hormona de la felicidad”, porque los niveles altos se relacionan con el bienestar y el buen ánimo. Por el contrario, una cantidad baja de serotonina se relaciona con la depresión. Pues bien, se ha visto que la producción de este neurotransmisor se relaciona con la luz solar: a más luz, mayor producción. Por tanto, cuando las horas de luz escasean, la cantidad de serotonina de que disponen nuestras neuronas es menor. En consecuencia, pueden aparecer signos de tristeza y apatía.

Por otro lado, la melatonina también parece tener una función en este fenómeno. La melatonina es la hormona que regula el sueño: la producimos cuando empieza a anochecer para procurarnos un descanso adecuado, y su nivel en nuestro organismo vuelve a descender por la mañana. Los días cortos, sin embargo, envían señales a nuestro cerebro para que produzcan melatonina mucho antes de lo que nos gustaría, cuando aún tenemos jornada y tareas por delante. De modo que empezamos a notar sensación de cansancio y sueño mucho antes de que realmente estemos preparados para irnos a dormir.

También es posible que una reducción en la vitamina D (que se produce, principalmente, en nuestra piel por efecto del sol) pueda relacionarse con estos síntomas, aunque en este caso todavía no está muy bien estudiado su efecto.

El trastorno afectivo estacional

A todos nos puede afectar el otoño y los días cortos y cada vez más fríos. Sin embargo, para aproximadamente 6 de cada 100 personas, este problema se convierte en un desorden depresivo llamado “trastorno afectivo estacional” o depresión estacional. Sus síntomas son:

  • Tristeza.
  • Pesimismo o desesperanza.
  • Irritación o humor maleable.
  • Falta de motivación y pérdida de interés por actividades que antes resultaban agradables.
  • Trastornos del sueño (dormir demasiado, sentir sueño a deshoras, despertarse de madrugada…).
  • Falta de energía, decaimiento.
  • Comer más de la cuenta, aumentar de peso.

El trastorno afectivo estacional afecta con mayor frecuencia a mujeres y jóvenes, así como a las personas que viven en lugares muy alejados del ecuador y que, por tanto, tienen inviernos con días mucho más cortos.

Aproximadamente la mitad de los afectados pueden verse beneficiados de la fototerapia, que consiste en exponerse durante unos minutos cada día a una luz artificial que imita la luz solar. Para que sea efectiva, la luz debe impactar en la retina, a través de los ojos, para que envíe las señales adecuadas al cerebro.

Si crees que tú o un allegado puede estar padeciendo este síndrome, consulta con tu médico. Tomar las medidas adecuadas puede evitar problemas.

Combatir la astenia otoñal

Podemos luchar contra los efectos del otoño en nuestro organismo cambiando algunos de nuestros hábitos:

  • Adelantar un poco la hora de ir a dormir y levantarse un poco más temprano, idealmente cuando empiece a salir el sol.
  • Exponerse a la luz natural del sol cada día, preferiblemente por la mañana, al menos durante media hora.
  • Realizar algún ejercicio suave o moderado con frecuencia.
  • Alimentarse correctamente, evitando los azúcares añadidos.
  • Reservar tiempo para estar con amigos y familiares, o para las aficiones.

Una medida adecuada sería, por ejemplo, acostarse pronto, levantarse un poco más temprano y aprovechar ese tiempo para ir caminando al trabajo mientras se disfruta de los primeros rayos del sol.